Me escuchas, no sé si con impaciencia
Pero acaso con desgano.
Mis palabras ni llegan a rozar el borde
De tu corteza cerebral.
Me escuchas
Sin embargo.
Una voz que llega de lejos,
De otra geografía,
De otros mundos.
Te parece simple, no obstante.
Sin haber convivido con mis palabras
Elucubras una respuesta
Desde tus lecturas
(que vida poca has tenido)
Y así,
Con altivez autoritaria
En la suavidad de tu voz
Respondes sentencioso
Algo que crees es una respuesta,
A una pregunta que no te he hecho.
Juegas demasiado al sabio,
Niño,
Y te pierdes algunas lecciones
De la vida.
Esa diligencia que pones
En las banalidades que te parecen importantes
Te resta el placer de la hondura.
Lee menos, amigo formal,
Y comienza a escucharme.
Citas de preciosos días
Traigo en el equipaje,
Luces que ni sueñas,
Albores que te harán descubrir las estaciones.
Olvida el traje que te pusieron
Para dirigir el tránsito de los pensamientos
Y siéntate a la orilla de algún sueño.
Desde allí,
Dialoguemos.
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