I 
Casi era Dios aquella primavera
Interpuesta entre el viento y la llanura.
Era la última vez de la aventura
Y la primera vez de la quimera.
Casi era Dios porque en la rama muerta
Vencida por inviernos ya pasados
Brotes como candiles agitados
Surgían cuando abríamos la puerta.
Casi era Dios y el cielo mi guarida.
En mis manos el soplo de la vida
Y en mis ojos el sol como una llama
Determinando en luces la mañana.
Casi era Dios aquella primavera.
Decía rosa y la rosa era.
M R Meléndez
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